miércoles, 30 de julio de 2014

Las dos ranas y el balde con leche


Sucedió una vez que dos ranitas salieron a dar un paseo. 
Como hacían a menudo, recorrían los prados que rodeaban su charca saltando alegremente. 
Hasta que un día sucedió algo totalmente inesperado:
 tras un salto ni más ni menos largo cayeron dentro de un balde que el vaquero había olvidado cerca del establo y que aún guardaba bastante leche.
Al principio las ranitas no comprendían qué había sucedido, incluso encontraban divertida la situación. 
Pero pronto se dieron cuenta que aquello se estaba convirtiendo en una trampa:
 por mucho que se esforzaban por salir del cubo, las paredes metálicas eran demasiado lisas y el borde quedaba demasiado alto. 
Y así lo único que podían hacer era nadar y nadar para no ahogarse en la leche.
Pero el tiempo pasaba y el cansancio se apoderaba de ellas. 
¿Te has dado cuenta de que nunca vamos a salir de aquí?,
 le dijo la ranita mayor a la más joven. 
Nuestras patitas no podrán soportarlo mucho tiempo y me temo que nunca saldremos de ésta. Moriremos aquí.
No importa, respondió la otra ranita. 
No podemos hacer otra cosa que nadar. 
Nada y no te lamentes.
 Conserva tus fuerzas.
Y las ranitas siguieron nadando y nadando y nadando sin descanso. 
Al cabo de unas horas, la ranita mayor volvió a quejarse: 
Nunca saldremos de aquí, éste será nuestro final. Me duelen las ancas y ya casi me es imposible seguir nadando. 
En verdad ha llegado nuestro fin. 
A lo que la ranita pequeña respondió: 
Nada y calla; 
no pierdas la esperanza
Simplemente confía y sigue luchando.

Y así siguieron, nadando y nadando; 
pero el tiempo pasaba y sus fuerzas menguaban, pues no paraban de dar vueltas, una detrás de la otra, concentradas en el movimiento de sus patitas y en mantener la cabeza fuera del líquido.
No puedo más, volvió a quejarse la ranita mayor, De verdad te digo que ya no puedo más. 
Ya no siento las ancas,
 ya no sé si las muevo o no. 
No veo bien y no sé hacia dónde me muevo. 
Ya no sé nada.
Continúa nadando, replicó la otra ranita. 
No importa cómo te sientas, no pienses siquiera en ello. 
Sigue adelante, continúa.
Sacaron fuerza de flaqueza y siguieron nadando y nadando. 
Por poco tiempo, pues la rana mayor pronto cejó en el empeño y con apenas un aliento de voz susurró:
Es inútil.
 No tiene ningún sentido seguir luchando. 
No entiendo qué estamos haciendo, por qué he de seguir nadando. Nunca podremos escapar.
¡Nada, nada! ¡Sigue nadando!
Y aún reunieron fuerzas para nadar unos instantes más…,
 hasta que la ranita mayor, extenuada, abandonó y murió ahogada. 
Y también la ranita más joven sintió la tentación de abandonar la lucha, de dejarse vencer y acabar con aquello, pero siguió nadando y nadando mientras se repetía a sí misma: Nada, nada. Un poco más, sólo un poco más. Continúa nadando. ¡Nada! ¡Nada!
Pero el tiempo pasaba y la ranita se sentía cada vez más débil. Le dolían las ancas, todo el cuerpo le dolía, pero ella seguía nadando, nadando, moviendo sin cesar sus pequeñas extremidades.
Y de pronto sucedió algo sorprendente. 
Bajo sus patitas empezó a notar algo de mayor consistencia que la leche, algo sólido, así que reunió las últimas fuerzas que le quedaban, se apoyó en aquella masa y saltó…
 justo por encima del borde del balde, para ir a parar a la seguridad del prado.
¡Con el movimiento continuo de sus patitas la leche había empezado a convertirse en mantequilla! 
Y la consistencia de la mantequilla le había ofrecido un punto de apoyo desde el que saltar.

Reflexiones:
La contrariedad no es una piedra en tu camino. Depende de ti transformarla en un escalón que te permita subir más arriba.

Nuestra mayor debilidad reside en que tendemos a abandonar. La manera más segura de lograr los objetivos siempre es intentarlo una vez más.

En la vida tenemos que seguir intentado conseguir nuestros objetivos, no sabemos lo cerca que estamos de conseguirlo la única forma de saberlo es seguir hasta el final. 

No hay que parar de nadar sobre los problemas que nos podemos encontrar,
seguro que tenemos que dedicar esfuerzos,
 pero conseguiremos lo que nos propongamos. Confía en ti, eres tu mejor aliado.

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