viernes, 25 de julio de 2014

No seas gallina


Cuando nacemos todos tenemos dones que dependiendo de factores como el ambiente en que nos movemos, inquietudes, ambiciones a las que aspiramos, hace que seamos gallinas o águilas, inténtalo, muévete, evoluciona, seguro que si lo intentas serás águila y quien sabe, igual águila Real.
Te dejo esta fábula, para que reflexiones.
Era una vez un campesino que fue al bosque cercano a atrapar algún pájaro con el fin de tenerlo cautivo en su casa.
 Consiguió atrapar un aguilucho.
 Lo colocó en el gallinero junto a las gallinas. Creció como una gallina.
Después de cinco años, ese hombre recibió en su casa la visita de un naturalista. 
Al pasar por el jardín, dice el naturalista: 
“Ese pájaro que está ahí, no es una gallina
Es un águila.”
“De hecho”, dijo el hombre. “Es un águila. Pero yo la crie como gallina
Ya no es un águila
Es una gallina como las otras.
“No, respondió el naturalista”. 
Ella es y será siempre un águila
Pues tiene el corazón de un águila
Este corazón la hará un día volar a las alturas”.
“No, insistió el campesino.
 Ya se volvió gallina y jamás volará como águila”.
Entonces, decidieron, hacer una prueba. 

El naturalista tomó al águila
la elevó muy alto y, desafiándola, dijo: 
“Ya que de hecho eres un águila
ya que tú perteneces al cielo y no a la tierra, entonces, abre tus alas y vuela!”
El águila se quedó, fija sobre el brazo extendido del naturalista.
 Miraba distraídamente a su alrededor.
 Vio a las gallinas allá abajo, comiendo granos.
 Y saltó junto a ellas.
El campesino comentó.
 “Yo lo dije, ella se transformo en una simple gallina”.
“No”, insistió de nuevo el naturalista, 
“Es un águila”.
 Y un águila, siempre será un águila
Vamos a experimentar nuevamente mañana.
Al día siguiente, al naturalista subió con el águila al techo de la casa. 
Le susurró: 
Águila, ya que tú eres un águila,
 abre tus alas y vuela!”.
Pero cuando el águila vio allá abajo a las gallinas picoteando el suelo, saltó y fue a parar junto a ellas.
El campesino sonrió y volvió a la carga:
“Ya le había dicho, se volvió gallina”.
“No”, respondió firmemente el naturalista. 
“Es águila y poseerá siempre un corazón de águila
Vamos a experimentar por última vez. 
Mañana la haré volar.
Al día siguiente, el naturalista y el campesino se levantaron muy temprano. 
Tomaron el águila, la llevaron hasta lo alto de una montaña. 
El sol estaba saliendo y doraba los picos de las montañas.
El naturalista levantó el águila hacia lo alto y le ordenó:
 “Águila, ya que tú eres un águila, ya que tu perteneces al cielo y no a la tierra, 
abre tus alas y vuela”.
El águila miró alrededor. 
Temblaba, como si experimentara su nueva vida, pero no voló. 
Entonces, el naturalista la agarró firmemente en dirección al sol, de suerte que sus ojos se pudiesen llenar de claridad y conseguir las dimensiones del vasto horizonte.
Fue cuando ella abrió sus potentes alas
Se irguió soberana sobre sí misma. 
Y comenzó a volar volar hacia lo alto y a volar cada vez más a las alturas. 
Voló
Y nunca más volvió.

Moraleja:
En la vida hay que descubrir lo que eres y a donde puedes llegar y solo se puede comprobar si lo intentas.

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