¿Alguna vez te has preguntado qué quedará de ti cuando tus pasos ya no resuenen en este mundo?
Cierra los ojos un instante
—imagina el silencio después de tu última palabra—
y escucha: quizá todavía palpita tu nombre en algún recuerdo que se resiste a apagarse.
A veces me pregunto qué pasará cuando ya no esté.
¿Seguirá flotando en el aire la carcajada que soltaba sin pudor,
o la manía de apretar los labios cuando algo me irritaba?
Quizá, sin querer, alguien tararee mi canción favorita
y en el eco de esa melodía yo regrese, leve y sin aviso.
Quien me recordara como su gran amor,
quien recordara el sabor de mis comidas,
mis miedos, y mis esperanzas.
Tal vez nada de eso importe; tal vez somos apenas
nombres que se disuelven en la memoria colectiva,
polvo de historias cambiantes que el viento arrastra sin prisa.
Pero, ¡qué hermoso sería ser el pensamiento fugaz
que atraviesa a alguien en un atardecer cualquiera!
Ser la sonrisa involuntaria, el destello de “te recuerdo”
que brota cuando el mundo gira y gira, años después de mi adiós.
La vida es un susurro breve que anhela dejar huella.
No se trata de perdurar en piedra sino de sembrar momentos.
Porque al final, la eternidad puede caber en un instante
si ese instante logra encender una chispa en otro corazón viviremos eternamente.
Cuéntame en los comentarios:
¿qué pequeña huella quisieras sembrar hoy para que alguien, mañana, vuelva a encontrarte en su memoria?
Compartamos esas chispas y construyamos, juntos, un firmamento de recuerdos.
#HuellaEterna #EcosDelAlma
https://lasanalogiasdeadanary.blogspot.com/
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