lunes, 30 de diciembre de 2024

Relato de "El Niño y El Arbolito.

"El pequeño Efrén esperaba con ansias la llegada de Diciembre, un mes que le traía la ilusión de ayudar a sus padres a decorar la casa para la Navidad. Aunque solo tenía 7 años, disfrutaba especialmente adornar el árbol de Navidad, pues bajo él, cada 25 de Diciembre, aparecían los regalos de Santa Claus para él y sus hermanitas de 3 y 2 años.
Ese año, sin embargo, Efrén tenía una misión especial: descubrir cómo era realmente Santa Claus. Hablando con sus amigos, había escuchado que iluminar el camino hacia el árbol podía ayudar a Santa a encontrar el lugar perfecto para dejar los regalos. Su casa, como era costumbre, apagaba el árbol antes de ir a dormir por precaución, pero Efrén pensó en una forma de sortear ese obstáculo.
El 24 de Diciembre, la familia celebró Nochebuena en casa de la abuela. Regresaron antes de la medianoche, agotados: las pequeñas ya estaban dormidas, su padre había trabajado doble turno el día anterior y su madre había pasado todo el día cocinando. Subieron a los niños a su cuarto, y pronto todos en la casa cayeron en un sueño profundo. Todos, excepto Efrén.
Con su plan en mente, Efrén bajó a la sala donde el árbol se alzaba en la oscuridad. Encender las luces del árbol no era una opción, ya que eran musicales y sus padres se darían cuenta. Tampoco quería prender la luz principal, pues temía que los vecinos, que aún celebraban, pudieran notarlo. En su lugar, tomó una vela de la cocina y la colocó cerca del árbol, sobre el tapete que lo rodeaba.
Se recostó en el sillón, decidido a esperar a Santa Claus. Sin embargo, el cansancio lo venció, y pronto se quedó dormido. La vela, pequeña y frágil, se consumió rápidamente, encendiendo el tapete y desatando un incendio que envolvió el árbol y el cuarto en cuestión de segundos.
Por fortuna, los vecinos vieron el humo y corrieron a la casa con cubetas de agua, gritando para despertar a la familia. Los padres, alarmados, lograron sacar a las pequeñas del cuarto, pero no encontraron a Efrén. Los bomberos llegaron rápidamente, sofocando las llamas, pero descubrieron el cuerpo quemado de Efrén en el sillón, en la misma posición en que había caído dormido. Nunca despertó.
El dolor fue insoportable. Durante dos años, los padres de Efrén evitaron decorar la casa para Navidad. Las niñas, aunque pequeñas, parecían conscientes de la ausencia de su hermano, especialmente en Diciembre.
A menudo miraban fijamente el lugar donde solía estar el árbol, como si algo invisible ocupase ese espacio.
En el tercer Diciembre tras la tragedia, las niñas sorprendieron a sus padres una noche al decirles que habían visto a Efrén en la sala. “Dice que se siente culpable por quemar el árbol,” comentó la mayor. “Está parado ahí, donde siempre estaba el árbol, y quiere saber si puede decorarlo otra vez.”
Con el corazón encogido, los padres abrazaron a sus hijas. Aunque incrédulos, miraron al lugar indicado y, en voz alta, dijeron: “Efrén, tú no estás castigado, cariño. Mañana decoramos el árbol.”
Al día siguiente, compraron adornos y un árbol de navidad, el cual colocaron en su lugar de siempre. Aunque la tristeza seguía presente, algo en la atmósfera se sintió diferente, más ligero. Desde entonces, los vecinos comenzaron a contar historias extrañas: veían por la ventana de la sala la figura de un niño parado junto al árbol, observándolo con ternura. Algunos decían que su presencia llenaba la casa de una calma inesperada.
La familia nunca dejó de decorar el árbol en Navidad, y aunque el dolor por la pérdida de Efrén nunca desapareció por completo, encontraron consuelo en creer que él seguía con ellos, iluminando sus noches navideñas con un amor que ni la muerte pudo apagar.

"Padres, recordemos que la seguridad de nuestros hijos siempre es lo más importante. Evitemos dejar velas, cerillos o cualquier objeto peligroso a su alcance. Además, moderemos las fantasías como Santa Claus; a veces, en su inocencia, los niños pueden tomar decisiones riesgosas intentando hacerlas realidad. La magia de la Navidad puede estar en los momentos compartidos en familia, sin necesidad de riesgos."

"El amor trasciende la muerte y perdura en los actos que nos unen como familia. Efrén, con su inocencia y su deseo de traer alegría, nos enseña que incluso en la tragedia puede nacer una luz que nos guía hacia la reconciliación con el pasado. La Navidad no solo se trata de regalos o tradiciones, sino de honrar los lazos de amor que construimos con quienes amamos, estén presentes o no. Y aunque a veces cometamos errores en nuestra búsqueda por hacer algo especial, lo más importante es el cariño y la intención detrás de cada acto."

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